Erguido me hallo ante ti sin humillar mi persona.
Detestas lo que ves y yo no intento impresionarte.
Encajo tu odio con la fortaleza del árbol en la tormenta.
Te lanzo fonemas de cordura, que evitas que te rocen.
Atacas con la mitad de tu artillería y ya has destrozado mi ejército.
No tengo que defenderme si no me invades.
No tengo defensa pues yo soy el invasor.
Amarra al muelle la embarcación que no se vaya con el oleaje.
Ata el cabo sin atar, o deja que se adentre todo lo que pueda y más.
viernes, 9 de abril de 2010
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